El
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas vino a Sudán para ver de primera mano la implementación de los acuerdos de paz entre Norte y Sur y, sobre todo, la situación de los diferentes actores relacionados con el
conflicto de Darfur. Para recabar toda esa información y poder tomar decisiones que el resto de naciones acaten (esa es la tarea y el poder de este Consejo) durante el tiempo que duró su visita iban de reunión en reunión y de aquí para allá
en nuestro avión (que es más suyo que nuestro pero bueno...). Uno de los varios sitios a los que fuimos fue
Addis Abeba, porque en esta
increíble ciudad se encuentra el Consejo de Seguridad (sus homólogos) de la
Unión Africana (salvando las distancias, el equivalente a la Unión Europea).
La sede de las Naciones Unidas en Addis Adeba
Aquí tocaría hablar de la
UNMIS, de
Darfur, del
derecho a veto dentro del
Consejo de Seguridad, de la
ONU en general, del
mundo, de
China en particular, de la
embajada china en Khartoum (que es
la más grande de las allí presentes) situada en una avenida paralela al Nilo azul, del ex-hotel ahora edificio de oficinas chino de la
compañía petrolera china con habitaciones para sus empleados chinos (que está, para ahorrarse el bus supongo, junto a la embajada china) con rótulos en chino y que supongo tendrá
un restaurante chino para los mandamases chinos con cocineros chinos y una cantina china para los trabajadores chinos con, supongo, cocineros sudaneses, pero no lo voy a hacer...
Como canta el marfilense
Tiken Jah Fakoly,
a mí ya nada me sorprende... (un temazo,
aquí otra versión no tan buena pero subtitulada en español para entender la letra).
Oficinas y habitaciones de la petrolera china en Khartoum
Volviendo a Adís Abeba, que de eso trata el post, es sin duda
la ciudad que más me fascinó y siempre que puedo
recomiendo visitarla.
El skyline recuerda a las ciudades del bloque socialista.
Por Addis Abeba, y
por Etiopía, han pasado desde unos pocos años de
fascismo italiano, otros muchos de
dictadura africana y hasta un golpe militar
marxista que mandó matar al anterior dictador Haile Selassie. Tanto vaivén
se nota en la arquitectura: grandes monumentos y edificios
grises, de la época fascista o marxista (difícil de diferenciar,
revelador no?) se mezclan con la época imperial y el panafricanismo. La funcionalidad y la sobriedad (lo contrario sería
muy burgués) tiene que convivir con el deseo de expresar
majestuosidad y orgullo y si se puede aprovechar lo construído por el régimen anterior pues
mejor que mejor (no lo conozco pero supongo que
Berlín podría ser su equivalente o incluso el monolito construído por
Batista en la actual Plaza de la Revolución en
La Habana).
El monumento en memoria de
Mengistu, o como celebrar
los años del terror.
En la misma plaza hay un muro recordatorio dedicado a los
cubanos que murieron evitando la
invasión por parte de Somalia o ayudando a
aplastar la rebelión por la
independencia de Eritrea durante la época en la que los cubanos tenían especial
querencia por África.
Un rebaño en medio de la ciudad.
Aparte del
realismo socialista, y como espectacular telón de fondo de una ciudad situada a
2.500 metros de altitud (hace fresco!),
Addis Adeba sigue siendo una ciudad africana (una de las más importantes), lo que significa que también existe el
contraste brutal,
sin espacios de transición, entre lo moderno y lo tradicional (
andamios de madera y móviles de última generación, anuncios de Coca Cola junto a pastores con sus rebaños de cabras, etc.).
Last but not least sus mujeres son
de las más bellas de todo África y se respira
buen humor.
El diseño moderno choca con las técnicas rudimentarias. En la foto: andamios echos con troncos finos de madera (muy común en algunos países africanos) durante la construcción de un edificio moderno. Uno se pregunta cómo es posible que no se venga todo abajo...
Hip Hop cookies!
La única nota negativa es la
miseria. La mendicidad,
omnipresente, es sobrecogedora pero hay que hacer un esfuerzo y
no dar limosnas ni propinas excesivas ni comportarse como los reyes del mundo por tener 4 dólares, etc... Cuando me lo explicaron
lo entendí, dar 1 euro (que
para nosotros no es nada y que para muchos de ellos significa pasar más de un día tranquilo) puede resultar la opción más natural cuando
un ejército de niños asalta tu furgoneta
en un semáforo. El problema es que de esta forma ese niño y los que le rodean
van a seguir pidiendo antes que ir a la escuela,
o peor aún, sus padres los van a poner a pedir... Al final estamos creando
una sociedad dependiente del blanco de turno, otra forma de
colonialismo al fin y al cabo. Importante, no dar limosnas aunque nos cueste. Lo mismo con los salarios y las propinas, hay que
respetar las cantidades establecidas y no inflarlas aunque nos parezcan ridículas, porque de lo contrario estaremos otra vez cambiando, interfiriendo,
colonizando...
A África, en definitiva, hay que dejarla ser África. Gran frase, me pongo medallita...
Y como no somos quien para dar lecciones a nadie, aquí va un cortometraje genial de
Javier Fesser rodado en Senegal con subtítulos en español, una historia con
un final excepcional. Dura 30min. y si no los tienes búscalos, merece la pena.
y del café...
(haundi haundi haundia).