Del casi un mes que pasamos en cuba, 8 días los dedicamos a visitar el resto de la isla (nos faltó el extremo occidental, precioso también), recorriéndola en etapas largas de unas 5 horas de coche (unas más, otras menos). Si haces Click en la foto verás las etapas en detalle.
La peor etapa fue Camagüey - Santiago, con un continuo ir y venir de tramos en muy mal estado.
El mejor tramo, la autopista desde La Habana hasta Santa Clara, pero no hay que confiarse y se debe prestar especial atención a las vacas, bicicletas, tractores, peatones y hasta una piedra (grande como mi cabeza... exagero demasiado) con los que uno comparte la autopista (pedrolo que no ví, y que permitió, al salirnos de la autopista con la llanta reventada en lo que fue el primer susto al volante de mi todavía corta carrera de conductor, que nos cambiaran el Polito que llevábamos por un Hyundai automático 5 puertas con todos los extras, y sin coste adicional!). Desde aquel momento (primer día del viaje, saliendo de La Habana), en el coche no sonó más el CD de reggae que llevábamos puesto mientras contemplaba el paisaje y atropellaba a la indefensa roca. Mal fario de CD.
En este asunto de la roca una pareja de camioneros nos ayudó, nos acompañó en nuestro periplo para cambiar de coche, eran casi nuestros guardaespaldas pendientes que nuestro problema se solucionara, y no lo hicieron por dinero! Hasta casi se molestan cuando insistimos en invitarles a unos refrescos o agua para el viaje.
Cuba está llena de gente que te ayudará desinteresadamente, diría que hasta más que en España (dónde poca gente hubiera sido tan atenta) aunque los jineteros (ver final de este post para más información sobre ellos) llaman más la atención al concentrarse en las zonas turísticas, de ahí que la impresión de muchos turistas sobre el cubano pueda ser negativa. También hay que contar con la figura del "jinetero ocasional" que es aquel que, sin dedicarse a ello profesionalmente, no va a desaprovechar la oportunidad de sacar beneficio del turista cuando éste le cae del cielo.
Volviendo otra vez a nuestra primera etapa, tras el susto y el cambio de coche, la carretera empezó a convertirse en un campo de golf de millones de hoyos y grietas como fallas. Seguimos a una ranchera que sorteaba cada uno de los baches a una velocidad de vértigo, calcando el trazado de sus ruedas y manteniendo la distancia (si había otra piedra no sería yo esta vez el único en pisarla). Se trataba de dos trabajadores que hacían esa etapa dos veces al mes y se conocían al dedillo cada una de las imperfecciones de la calzada y, además, la situación de los controles de velocidad (a la sombra de un puente en la autopista, en cualquier lado en el resto de carreteras). En Cuba también se previene con las largas y eso nos evitó más de una multa. En un alto en el camino les conocimos y cenamos con ellos en una fonda (a precio cubano, no de turista, 10 veces más barato). Gracias a ellos y su ayuda desinteresada nos libramos de una multa entrando a Ciego de Ávila ("te voy a dar un "chance" y no te voy a multar" nos dijo el policía) y llegamos finalmente a Camagüey en la primera y más azarosa de las etapas.
El mejor tramo, la autopista desde La Habana hasta Santa Clara, pero no hay que confiarse y se debe prestar especial atención a las vacas, bicicletas, tractores, peatones y hasta una piedra (grande como mi cabeza... exagero demasiado) con los que uno comparte la autopista (pedrolo que no ví, y que permitió, al salirnos de la autopista con la llanta reventada en lo que fue el primer susto al volante de mi todavía corta carrera de conductor, que nos cambiaran el Polito que llevábamos por un Hyundai automático 5 puertas con todos los extras, y sin coste adicional!). Desde aquel momento (primer día del viaje, saliendo de La Habana), en el coche no sonó más el CD de reggae que llevábamos puesto mientras contemplaba el paisaje y atropellaba a la indefensa roca. Mal fario de CD.
En este asunto de la roca una pareja de camioneros nos ayudó, nos acompañó en nuestro periplo para cambiar de coche, eran casi nuestros guardaespaldas pendientes que nuestro problema se solucionara, y no lo hicieron por dinero! Hasta casi se molestan cuando insistimos en invitarles a unos refrescos o agua para el viaje.
Cuba está llena de gente que te ayudará desinteresadamente, diría que hasta más que en España (dónde poca gente hubiera sido tan atenta) aunque los jineteros (ver final de este post para más información sobre ellos) llaman más la atención al concentrarse en las zonas turísticas, de ahí que la impresión de muchos turistas sobre el cubano pueda ser negativa. También hay que contar con la figura del "jinetero ocasional" que es aquel que, sin dedicarse a ello profesionalmente, no va a desaprovechar la oportunidad de sacar beneficio del turista cuando éste le cae del cielo.
Volviendo otra vez a nuestra primera etapa, tras el susto y el cambio de coche, la carretera empezó a convertirse en un campo de golf de millones de hoyos y grietas como fallas. Seguimos a una ranchera que sorteaba cada uno de los baches a una velocidad de vértigo, calcando el trazado de sus ruedas y manteniendo la distancia (si había otra piedra no sería yo esta vez el único en pisarla). Se trataba de dos trabajadores que hacían esa etapa dos veces al mes y se conocían al dedillo cada una de las imperfecciones de la calzada y, además, la situación de los controles de velocidad (a la sombra de un puente en la autopista, en cualquier lado en el resto de carreteras). En Cuba también se previene con las largas y eso nos evitó más de una multa. En un alto en el camino les conocimos y cenamos con ellos en una fonda (a precio cubano, no de turista, 10 veces más barato). Gracias a ellos y su ayuda desinteresada nos libramos de una multa entrando a Ciego de Ávila ("te voy a dar un "chance" y no te voy a multar" nos dijo el policía) y llegamos finalmente a Camagüey en la primera y más azarosa de las etapas.
Durante el viaje, aparte de comer carne de cocodrilo, bucear entre barracudas y visitar playas salvajes y ciudades con encanto, Laura se dedicaba a descansar, admirar el paisaje, dormir... y a tomar fotos de los carteles de propaganda (el equivalente a nuestros anuncios de Coca-Cola, igual, igual, las modelos despampanantes están aquí sustituidas por barbudos guerrilleros).
De vez en cuando cogíamos a gente que hacía dedo ("botella" lo llaman allá, y es tan común como coger el autobús), aunque insistentemente se desaconseja hacerlo al turista. Decidimos ser cruelmente selectivos y solo señoras (con o sin bebé), ancianos, campesinos que cargaban su mercancía al hombro, etc. montaban en el coche, siempre y cuando la recogida fuera un lugar concurrido (al salir de un pueblo, un cruce, etc) o no hubiera claramente nadie a su alrededor, lo que ocurría muchas veces. No tuvimos ningún problema y hasta nos recompensaban con un mango recién recolectado de vez en cuando, una delicia...
En la última etapa de la ida, a punto de llegar a la temida "carretera de las farolas" que al final no resultó tan peligrosa.
Llegar a Baracoa en coche.... ¡Si Se Puede! Calle 13!
Propaganda del régimen en La Habana, plagado de verdades, haz Click en las fotos para agrandarlas.
Baracoa, en la punta oriental de la isla.
Playa Girón en la ciénaga de Zapata, nosotros la llamamos "Bahía de Cochinos"
"Aquí hay que echar piedras sin mirar para alante". Dicho y hecho, una de las iluminaciones de Fidel. Cayo Guillermo y otros cayos (islitas paradisíacas) están unidas a la Cuba continental por una gruesa linea de piedras y asfalto que permite a los turistas como nosotros disfrutar de los cayos (y de su preciosa arena que parece harina) pero que no le debe hacer ninguna gracia al ecosistema marino.
Camagüey. El mejor, sin duda, el "unidas por la patria", impagable. Abajo a la derecha, Camilo Cienfuegos, un simbolo de la revolución.
Trinidad, una de las ciudades y regiones más bonitas. Y una vez más, Camilo.
Fidel, y, en la esquina inferior derecha, Chávez
Guantánamo. "Si los jóvenes fallan, todo fallará". Pues habrá que preguntarles...
Recortes de un Cuaderno de Alfabetización y del Manual para el Alfabetizador.
Tras el triunfo de la revolución en 1959 se inició, casi acto seguido, una campaña épica dónde desde niños hasta mayores que sabían escribir enseñaban a los que no sabían. La mayoría de los analfabetos eran campesinos y muchos vivían en lugares remotos. Los alfabetizadores vivieron y trabajaron el campo junto a ellos, se iban por largas temporadas. Después de las tareas agrícolas, o durante las pausas, llegaba el turno de las tareas escolares. Fidel declaró a Cuba "Territorio libre de analfabetismo"Cambiando de tema...
Hay una raza aparte en Cuba: los jineteros.
Cualquier extranjero que visite Cuba debe estar preparado para encontrárselos. Son esos "amigos" que surgen de la nada mientras uno pasea y que, para "resolver" (salir adelante, ganarse el pan…), se prestan a ser amigos, guías, taxistas, aparcacoches, vende-puros, vende-mujeres, o directamente te piden una ayuda económica por su cara bonita. Algunos de ellos llegan a ser agresivos (sin llegar a agredirte) y la mayoría sigue el "protocolo del acecho", algo así como el "decálogo del buen hacer jinetero aunque esté penado por ley (delito de “acoso al turista”)". Los cincos puntos que debe seguir un buen jinetero son:
1. Preguntar "de donde eres", en nuestro caso lo hacían en español y ante el silencio chapurreaban algo parecido en italiano. Si eres rubio con ojos azules y piel color "cangrejo de Mallorca" te hablarán en un inglés estilo Tony Montana.
2. Si el turista no responde, se insiste. Aquí la victima puede optar por:
a) responder educadamente insistiendo en la idea de que "nada que me puedas ofrecer me interesa, no pierdas el tiempo conmigo".
b) responder con un país diferente cada día, responder en varios idiomas, incluso inventarse un idioma, o rizando el rizo invertir los papeles. Estas opciones solo son factibles al principio de la estancia o para turistas con grandes dosis de energía y paciencia.
c) Seguir sin responder.
3. Sea cual sea la opción elegida, el “jinetero” no ha conseguido lo que quiere y debe insistir. Tiene varias opciones.
a) Indignarse ante lo que es, a todas luces, un malentendido porque él no se acerca a pedir dinero y, por ende, esta actitud del turista representa un ataque a su dignidad como cubano de bien. Terminar con un “¿por qué ustedes los extranjeros siempre andan desconfiando del cubano? Yo sólo pretendo ser un buen anfitrión, hacer amigos, conocer gente de otras culturas, etc.” o bien, dirigido a aquellos turistas que vienen a visitar un pais comunista (se les nota por sus camisetas del Ché con sus cámaras de fotos engarzadas), con un contundente “prefiero seguir siendo pobre y honesto que aceptar dinero de un imperialista”
b) Indignarse porque al turista le sobra el dinero y él no tiene ni para comprar leche a su hijita pequeña. Aclarar aquí que nadie muere de hambre en Cuba, aunque hay mucha escasez, principalmente de dinero.
c) Y por último: indignarse porque sí. Insultar si es preciso. Amenazar si ese día ningún turista ha cedido todavía y se está con el bolsillo vacío. Acompañar el discurso con aspavientos y muecas estilo “que asco de tipo” o “me decepciona que haya seres humanos como tú", o "ya no queda humanidad en este mundo”, etc.
4. Sea cual sea la opción elegida, repito, sea cual sea, seguir insistiendo y esperar que la opción escogida en el punto 3 haya sido la llave que abra el corazón del turista, o su sentido de culpa por tener más dinero o comodidades o sus ganas de librarse del jinetero que ya se ha convertido en una carga muy molesta para poder pasear tranquilo por el casco antiguo de una ciudad… Se puede dar la circunstancia, por increíble que parezca, que el jinetero posea más dinero que el turista. Bien en ese preciso instante, bien en patrimonio acumulado tras 15 años de jineterismo, bien en ambos casos.
5. Sea cual sea el resultado llegados a este punto, observar rápidamente a derecha y a izquierda. Si algún policía, uniformado o con pintas de serlo, se acerca hay que correr como alma que lleva el diablo. Si es capturado hay dos opciones:
a) sobornar al policía, tanteándolo primero con el clásico “si tu me ayudas, yo te ayudo”
b) si no hay dinero, buscarlo al día siguiente saliendo del calabozo y pagar la multa
Ninguna de las dos opciones es provechosa, por eso hay que evitar ser capturado en un primer momento y correr como alma que lleva el diablo.
5 comentarios:
Qué isla más bonita!!!!!
Es impactante, lo de tu visita a Cuba. Pena que se haya borrado todo lo anterior.
Parece por tu tono, que has vivido años alli.
Y Sudan no se puede recuperar??
Txus
Pues solo pasé un mes, pero con una novia cubana como si fueran años, he leído sobre Cuba, he visto mil películas cubanas, he comido frijoles negros con arroz unas cuantas veces estando aquí en Paris... Así que cuando llegué había cosas que me eran familiares.
Si tuviera una entrada regular de dólares no me importaría vivir allí una temporada.
Lo de Sudan, y otros países, lo estoy recuperando editando viejas entradas, añadiendo vídeos, fotos y texto. Estoy enriqueciendo el blog, pero menudo trabajo, si renuevo 1 post por día me doy por satisfecho.
un abrazo aita
A que es una experiencia inolvidable a pesar de todos los contratiempos??? esa isla está encantada, y las que nacen ahí son medio brujas, je je,
Saludos
Ally
pues sí que es una experiencia inolvidable, sobre todo si tienes la suerte de vivirlo con alguien como Laura al lado, que te voy a contar que no sepas...
un beso Ally, y dile a Daniel y a cualquier culé que conozcas que esta final, aunque sea tan difícil como no sufrir cortes de luz y agua en La Habana, es nuestra. Aupa Athletic!
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